Siempre asociamos a Pablo y sus cartas con la doctrina. Y la asociación es correcta; pero la doctrina en sus cartas, nunca es doctrina abstracta, sino que está relacionada con la vida. Es la doctrina en acción. Vemos el poder práctico de la doctrina, el poder de transformar y renovar. Pablo, en su predicación y en sus cartas, se dirige al entendimiento, que no es lo mismo que dirigirse exclusivamente al intelecto, pues el verdadero entendimiento incluye la experiencia, lo afectivo y lo práctico.La doctrina que desarrolla Pablo en sus cartas y en su predicación siempre está en función de la vida cristiana, la edificación de las iglesias, la evangelización y del crecimiento de los creyentes. La doctrina de Pablo fue su orientación hacia la vida y sus quehaceres. Es lo que determinaba su modo de ser y su modo de actuar, o sea, determinaba su vivir cristiano. Para Pablo la doctrina es la verdad expresada de forma pedagógica, es decir, la verdad formulada de una forma para ser comunicada. La doctrina está siempre en función de la vida.Es precisamente por eso que no podemos estudiar a "Pablo, su vida y sus tiempos", aparte de sus cartas. Tampoco podemos estudiar "las Cartas de San Pablo" sin referencia a su vida, a sus experiencias y a sus propósitos. Para que tengamos ese "entendimiento" al que se dirige Pablo, tenemos que estudiar juntos, a Pablo, y a sus cartas.