Lejos de ser un recetario al uso, el autor detalla las recetas como si ellos estuvieran allí; cuando eran pequeños y aprendían, entre bromas y chascarrillos, los conceptos y procedimientos de la cocina, con recetas de sus bisabuelas, abuelas, madres, parejas, hermanos y amigos. Después de veinte años, muchos ya no están; pero, en la actualidad, aquellos niños podrán rememorar días muy felices junto con sus propios hijos. Otras familias... otros tiempos; aunque mismos platos. Estos no serán meros recuerdos, sino recetas tangibles para prologar vínculos que, de otra manera, terminarían perdiéndose. Como cita el autor: -Cocinar para los demás es querer a quien se sienta a nuestra mesa, pues son del todo necesarios: amor, cariño, paciencia, dedicación, esfuerzo, dulzura y una pizca de picardía; en suma: la vida reunida en un plato de comida. ¿Quiere usted sentarse a nuestras mesas?...