Todos los profetas de siglo en siglo anuncian la venida de un Ser a este mundo que expiaría los pecados de la humanidad: Cristo Jesús. Eso no existe en ningún escrito antiguo o religión conocida. Acompañado a esto se revelaron—claramente descritos—todos los acontecimientos que tendrían lugar alrededor de esa persona: su ascendencia familiar, lugar de nacimiento y residencia, su nombre, carácter, ministerio público, milagros, crucifixión, resurrección y partida. En el año 63 a.C el romano Pompeyo arrasa con el poder de los Seleucidas y se apodera del territorio que conformaba la Judea, haciendo de Siria una provincia romana; y todo ello nos muestra como Dios nos hablaba—como mostrándonos su omnisciencia en el tiempo—a través de los profetas; porque efectivamente, al momento del nacimiento del niño Jesús, tanto el Reino del Norte como el Reino del Sur de Israel no existirían desde mucho tiempo antes; aunque sí en el momento que la profecía es anunciada. Somos la historia de un gran milagro; y nuestro Dios cierra la página profética—al final del Antiguo Testamento—que reveló durante siglos el desarrollo de la humanidad, a estos varones de Dios inspirados divinamente. El Plan trazado y revelado ahora comenzaría su cumplimiento y cuenta regresiva en la historia, comenzando por el impactante y anunciado milagro de Belén, cuando nace Jesús, y Dios encarnado se nos muestra con su impresionante simplicidad, tendiéndonos sus brazos e infinito amor. CONTENIDO: -Introducción. -Jesús: algunas evidencias proféticas. -El profeta revela al mundo: Luz para judíos y gentiles. -Vástago diligente, propiciador de justicia eterna. -Reflexión Intertestamentaria. -Acerca del autor.